domingo, 6 de octubre de 2013

Cayó la noche

Aquí me encuentro, solo en mitad de esta nada en que se ha convertido esta travesía. Me prometieron emociones, aunque la verdad es que no esperaba que fuesen tan intensas.
Cuando estás en medio de este lugar no sabes muy bien que esperar del día. Comenzó con un sol radiante y de buenas a primeras unos grandes nubarrones aparecieron para intentar joder lo que debía ser un día perfecto. Porque la pieza a cobrar estaba allí delante, herida de muerte, pero no saber rematarla tiene estas cosas, que en uno de esos últimos coletazos de vida el animal es capaz de dar la vuelta a la situación y tú, cazador experto, terminas por convertirte en victima propicia. No porque no dispongas de las armas suficientes para controlar la situación, sino que quizás fruto de los nervios propios de la necesidad de alimentarte pronto o por confianza al pensar que aquella herida acabaría con tu presa hacen que el tiro de gracia termine en el sitio equivocado.
Los buitres empezaron a volar sobre mi cabeza. No considero a estos animales como indeseables, ellos no vendrán nunca a dañarte (al menos eso dicen) pero hay que comprender que ellos viven de esto, de aprovechar los momentos de debilidad. Es su vida.
Pero no se si ha sido la justicia divina o simplemente la ley de la naturaleza lo que ha provocado que cuando mas tocado estaba, cuando mas cerca veía a los buitres sobre mi cabeza, cuando mas cerca escuchaba a las hienas, un rayo ha terminado con el que parecía que iba a terminar convirtiéndome en su victima.
No me gustan mucho las tormentas, pero ese rayo luminoso, rubio celestial, ha sido el que terminó con mi angustia cuando estaba a punto de expirar.
Cayó la noche y aquí estoy yo, sentado junto a la hoguera festejando que por fin, después de mucho, vuelvo a tener la despensa medianamente decente.
Cayó la noche y ahora no quiero pensar en aquellos que me advirtieron que tras aquel árbol que diviso en el horizonte hay un espeso bosque.
Cayó la noche y el eco de las hienas me recuerda que volverán al mas mínimo síntoma de debilidad.
La caza de hoy me garantiza al menos dos semanas de tranquilidad y espero que en este periodo se puedan terminar de ajustar las piezas para no pasar por sustos como el de hoy. Porque no siempre aparecerá el rayo salvador que disipe la tormenta.
Cayó la noche y calló la jungla. Hoy dormiré tranquilo y feliz.

3 comentarios:

Mayte Carrera dijo...

Fantástico post Rafa, has estao sembrao.
Un beso

José L. dijo...

Hermoso post pero ¡ojo! porque como la presa no recupere las sensaciones y no cambie de posición, seguro que será engullida por los buitres.

Ahora tiene tiempo para cambiar de postura, recolocarse y ganar la posición.

EL PAPI MAGASE dijo...

Mi Talibán cuando usted se pone,se pone de verdad,ahora crónicas a mi contando lo de ayer mas clarito que esto,un abrazo artista y a seguir resguardandose de las risueñas hienas,que a poco que empiecen los nubarrones y a oscurecerse de nuevo apareceran con mas rabia y mas mala leche que nunca,como dices,por emociones no será,el descanso nos irá bién a casi todos.