Alimentando el ego

A veces me pongo a pensar sobre mi condición sevillista. El que piense que alguien se haga de uno u otro equipo en relación a los resultados que dicho equipo consiga está muy equivocado.
Yo era sevillista antes de ver jugar a mi equipo, lo era cuando llegaron los tiempos de travesía por el desierto y tengo claro que si el Sevilla FC desapareciese esta misma noche y yo viviese cien años más moriría sevillista.
Este sentimiento no es algo que haya nacido de la noche a la mañana, se va alimentando día tras días de detalles que van mucho mas allá de un resultado mas o menos favorable.
Esta semana es especial para mi por que enfrentarnos al otro equipo de mi ciudad eleva mi ego hasta el cielo. Vuelvo a repetir que para mi desde aquel Jueves de Feria en el que un canterano abrió las puertas del paraiso de un zurdazo este tipo de encuentro es uno mas en el calendario. Sin nada que ganar o perder,  mas allá de los tres puntos, y mucho menos sin nada que demostrar, pero eso no evita que me fije en os detalles que rodean al encuentro y me venga arriba.
Alimenta mi ego como sevillista ver como desde la otra orilla se prepara un encuentro de liga como si fuese una de las finales que hemos disputado nosotros.
Alimenta mi ego ver como el rival se marcha concentrado para preparar el asalto a...tres puntos.
Alimenta mi ego comprobar que existe una parte de afición rival que mas que el éxito de los suyos piden un fracaso nuestro.
Alimenta mi ego saber que para un equipo la diferencia entre buena o mala temporada se base simplemente en intentar ganarnos o quedar por encima.
La victoria el día de partido está muy bien, pero no creo que haya una satisfación mas grande que ver el reconocimiento de tu rival.
Este reconocimiento llega a veces disfrazado de odio o de dar categoría de final a un simple partido de liga.
El rival ya ha dejado muy claro con sus gestos cual es el grande, el equipo superior. A partir de aquí que ruede el balón y gane el que mas acertado esté.
Mi ego ya está lleno. Gracias a todos esos inferiores, ya que sin ellos no podrían existir los superiores.